Otoño de piedra.

Se acabó.


Se acabó como acaba el tren a final de trayecto, como resta en silencio el cielo después de la tormenta, como acaba, vacío, el baúl de viejos tiempos.

Como acaba el tiempo perdido, en nuestros recuerdos. Ese tiempo muerto, dos besos y un adiós.

Que puedo verte sin tenerte cerca y sentir tu mano con la mía. Puedo oir tú voz y dibujar en mi mente tu sonrisa, y el color de tus ojos que todo lo pintan. El de tus labios, y el de tus mejillas que enrojecían cuando la tímida voz de mi alma te decía que pa' siempre te querría.

Y fui repartiendo por caminos de nostalgia, el amor que por ti sentía y, en ellos, yo escondía esta soledad triste y pura que en mi corazón ya no cabía.

Y esperé. Esperé al otoño y llegué a la primavera, y en los campos yo me perdí. Pasito a pasito por los caminos de mi alma, cogiendo flores pa' ti, pa' que el tiempo pasara y al final a ti, ninguna flor llegara.


A duras penas, nada dura nada, como dura la pura soledad de mi alma.





No sé a que me sabe la vida, a cada bocao que le pego me sabe peor. A tristes ratos, a pochas uvas, a veces, pocas, a dos besos de buenos días.


¿Qué importa...?


Dime que me quieres y sabré que por mi ya nada sientes. Dime que para ti, yo todo lo era, y sabré que era mentira. No importa lo que digas, si así está mi alma, si así está mi corazón. Que lo aguanta los huesos, por los que tu decías que morías. Ya no importa lo que digas si mi alma, des de entonces, llevo cosida.



Me ahoga el vacío. Me ahoga incluso sentirme bien. Ser feliz es un agobio continuo, y no serlo, también.





¿Qué esperáis de mi? Yo que vivo cada día al borde del abismo. No sé que pensáis de ello, yo solo vivo pa' no saberlo. Algún día lo cantaré y nada quedará claro, nada clara ni nada cierto.

Triste mañana. Me levantado con el alma llena de pulgas, con la voz sin ganas y las manos vacías. Y en ese banco ví pasar a un hombre con la cabeza cabizbaja, mirada perdida, pasos perdidos. Piel morada por el frío, nariz rojita. Y esa mirada... impenetrable, que arde, que parece que ya nada le asusta, que ya nadie lo ate. Parece no tener miedo a nada. Pero en el fondo también cuelga de ese hilo a punto de romper, también le teme a los segundos, a las partidas. Pero salio a jugarla, y... a ganarla.


Seguimos un mismo destino lleno de ideales y modas convincentes, dejamos nuestro cuerpo y alma en manos de personas que nos venden y a pesar de todo... ¿Pedimos...dónde están nuestros sueños...? ¿Qué pedimos? Si los tenemos abandonados al olvido, podridos perdidos en nuestra alma que nos cuelga de este hilo.

El mundo está al cruzar la puerta, nuestros sueños, en nuestro corazón. Solo hay que luchar por ellos sin echar la culpa a los demás por nuestros fracasos.