I
A diferencia de la mayoría me di cuenta de que no temía a la locura, sino que realmente, lo que temía, era la más casta cordura. Temía ver las cosas como, aparentemente, parecían ser, temía que salpicaran en mis oídos las palabras tal y como salían, vacías, de falsas bocas. Temía creer que sometido en un determinado rol, actuando bajo la inercia insana del día a día, conseguiría ser feliz. Quizás alguna vez me gustó oír lo que quería oír, sin más dilación, sin un por qué. Por eso se volvió a gusano, mariposa. Cansada de no poder arrastrarse al fondo de las cosas...*
Temía terminar empezando a escribir las primeras de mis últimas líneas. Y aquí estoy.
*Fragmento del Tercer Movimiento de la Ley Innata, Extremoduro
II
...Temí que mi dulce locura fuera amarga para los demás. Temí por dentro morir: se marchitara y no voliera a florecer jamás esa parte de mí. Entonces, pensé ¡¿Joder, morir?! Si sólo mueres cuando pierdes las ganas de luchar por cambiar el mundo. Mueres cuando dejas de luchar por ti mismo, cuando la inerte incertidumbre te persigue en tus pensamientos. ¡Pues yo no he muerto!.
Mas mi cabeza ¿dónde está? la voy perdiendo de poquito en poco. Preso en una realidad que entodavía me vuelve loco.
*Fragmento de Una puerta de tres abierta, Amor, rebeldía, libertad y sangre, Manolo Chinato.