Entristecido por cuenta propia, arrastrando mi cuerpo inerte por calles que parecen cementerios, miradas en derribo, pisadas por el camino, pasos que no tienen destino. Palabras poco conocidas que permanecen ausentes.
Ausencia... ausencia era lo que se me clavaba en el pecho cuando no la oía sonreír, cuando los sueños eran vendavales y en un barco pirata naufragaban todas mis sonrisas de hierro, hasta el fondo del mar.
Ausencia.