Que quiero que los besos no me sepan a tu boca y tus juegos a jardines de ausentes amapolas. Y los vinos, amargos... amargos tragos por olvidar como el mar ama la Luna, que solo soy un saco de pelusas que desvanece por tus curvas.
Esperaré como humo que se deshace en el aire, que te canses de amores de cortos ratos, de los momentos de placeres, de los finales de cuentos inventados, mi bella cenicienta.
Y para mi, cada segundo será el último, cada momento, la eternidad. Viviré por la raza de los puros corazones y la libertad será el viento que se me llevará por caminos inhóspitos, donde la vida se abrirá paso entre la niebla de los fríos días de invierno.
Soñaré con la canción de los suspiros, que viene y va, sin fronteras ni cadenas, ni limites ni barreras.
Barreré las calles con los suspiros de mi alma, sin otro motivo que, a mi mismo, encontrarme.
Puede que un día sin más, se me olviden las letras que un día te canté.
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