Aún suelo recordar esas tardes, tumbados en aquel pinar frente el mar. Esas tardes de verano de amor interminable, indudable, impensable al  son del canto de las cigarras que nos hacían soñar con cuentos de hadas, con historias infinitas. Éramos diferentes y no queríamos dejar de serlo. Nuestro corazón risueño flotaba por el aire junto a nuestros sueños de locos poetas de barrio.



Me gustaría navegar hacía atrás en el tiempo, investigar partes del pasado que en su momento no descubrí. Desearía estar allí y abrir los ojos como nunca, verla venir hacía mi, volver a sentir ese olor, pero esta vez con más fuerza. Sentir su cálida y suave piel sonrojada frente a mi, su mano junto a la mía, atrapados y encadenados contra viento y marea. Que el mundo se fundiese bajo nuestros pies y que nuestros corazones se enredasen como rosas silvestres sin adiestrar.
Quiero volver a perder la noción del tiempo, de que aunque pase deprisa y sin darnos cuenta, saber que perdurará en nuestro corazón eternamente, como el recuerdo de un amor loco y sin fronteras.
Por más que pudiera parar el tiempo y sentir de nuevo cada beso, cada caricia, cada abrazo… seguiría sin tener todo el tiempo que necesito para estar contigo.



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