Mentes sin libertad

¿ A caso me queda algo que decir, algo que sentir, algo que contar? ¿ A caso hay otra razón en este mundo por la cual respirar?

Nos pasamos la vida soñando en algo que quizás no existe, dejando de banda lo que realmente importa. Aunque no tenga forma material, ni sea caro ni barato, ni se guarde en un garaje o se deje en una estantería.

Vivimos la vida marcados por las costumbres sociales, pensando siempre con la cabeza en vez de con el corazón pero luego siempre nos quejamos y tenemos a quien echar la culpa. Agachamos la cabeza y nos preguntamos: ¿Por qué? Y el porque de tantas preguntas lo olvidamos haciendo lo que creemos que es lo mejor. ¿Mejor para qué? ¿Para llevar una vida sin vida?

Yo no nací para vivir atrapado sin esperanza, lamentándome continuamente y no luchar por lo importante, siendo así una mente social adormecida, una oveja más del rebaño que se deja llevar por lo que la sociedad y los demás dictan de: mejor o peor, correcto o incorrecto.

Si nacemos todos con un cerebro y un corazón es para usarlos independientemente de cómo lo usen los demás. Lamentablemente hay quiénes se conforman con amores baratos, pautas preestablecidas por la sociedad, manipulaciones sociales y demás.

Sólo son títeres sin libertad y, aunque son personas ciegas-conformistas, nunca sabrán de lo que es la vida en verdad.
Hemos soñado demasiadas veces en ser quiénes no somos, en ser otros. Y nos hemos estancado en el paso del tiempo recordando momentos del pasado sin darnos cuenta de que lo que nos influye en todo momento es el presente.

A lo largo del camino demasiados sueños imposibles, sueños de locos. Sueños de almas ilusionadas y corazones inconformistas que creen en la absoluta libertad de las palabras de amor y cariño, palabras que ondean en el viento sin mas destino que las noches de desamor profundo.

Falsas historias. Falsas promesas. Falsas palabras. Falsa gentileza. Falsa honestidad. Falsa bondad. Falso amor.

Me gustaría dejar de lado el camino de las personas que no son personas, el camino de palabras caducas pintadas a mil colores, de tonos de alegría y romanticismo. Y matricularme a la escuela de desamores a aprender a entender las falsas canciones que deambulan por mi cabeza, aprender a encajar los golpes de la gente que no entiende de corazones y aprender a reconstruir las voces desentonadas que suspiran todas las noches en sus habitaciones sobrecargadas de amor y odio.

Y yo ya no entiendo de razones ni tengo razones para entender el egoísmo de las personas. Los tantos por ciento de: soy yo el único que importa.

Aprendida la lección, no importa que hagamos daño a los demás con nuestros actos, si estos mismos nos benefician a nosotros mismos. Los demás como si fuesen basura.
A veces querría que todo acabase en un momento, en un instante, en un segundo. Dar un paso en el tiempo sin dejar huella atrás, sin ser pasado ni recuerdo, ni ilusión ni pensamiento.

Dejar el corazón colgando del techo, que se sequé todo el invierno mientras en la calle mi alma y mi cuerpo se congela  y mis ojos, entristecidos, ven como el tiempo pierde el poco tiempo que le queda.