Falsas historias. Falsas promesas. Falsas palabras. Falsa gentileza. Falsa honestidad. Falsa bondad. Falso amor.
Me gustaría dejar de lado el camino de las personas que no son personas, el camino de palabras caducas pintadas a mil colores, de tonos de alegría y romanticismo. Y matricularme a la escuela de desamores a aprender a entender las falsas canciones que deambulan por mi cabeza, aprender a encajar los golpes de la gente que no entiende de corazones y aprender a reconstruir las voces desentonadas que suspiran todas las noches en sus habitaciones sobrecargadas de amor y odio.
Y yo ya no entiendo de razones ni tengo razones para entender el egoísmo de las personas. Los tantos por ciento de: soy yo el único que importa.
Aprendida la lección, no importa que hagamos daño a los demás con nuestros actos, si estos mismos nos benefician a nosotros mismos. Los demás como si fuesen basura.
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