Y esa noche que, por curiosidad, quisiste probar que se sentía teniendo corazón.

Parece ser que no había cosa que le satisfaciera más que hundir los corazones de los demás. Y si no había tregua, se casaba cada noche con los dos o tres que le dijeran que ella era la más, más bella. Su cuerpo vendía por las  palabras vacías de cualquiera, a sabiendas de ser mentira, así era ella, así… era ella. Un buen día dio principio al fin, extasiada bajo una extraña incauta sensatez, la noche que, por curiosidad, quiso probar que se sentía teniendo corazón.

Hoy en la amarga soledad de mis sueños de oleos pintorescos y borrosos que me dañan con facilidad, me subleva la ventisca del mañana, la marea de la madrugada, el canto del cisne que me embriaga, las noches como las de hoy que juego a ser la nada.

Nada más que escarcha en los sueños.

Hoy jugará a ser  princesa la meretriz que vende a puñaladas fríos besos con carmín. Dejara su cuerpo y alma colgando del ropero deseando ser amada, aunque sólo sea un momento.

Carretera del olvido de doble dirección.

La amé. Juro que la amé como nadie la ha amado aún, aunque ella no lo sepa. Removería mar y tierra para vetar los sueños prohibidos que aún tengo, de ella. Y si este corazón, no fuese puro corazón, pasaría de viernes a sábado con cualquiera que me sedara, con falsos cariños y esperanzas, este dolor que me queda.


Quise aprender a pasar las noches sin ella, tras mil noches de espera, y el desosiego se me llevó por las veredas de esta guerra vestida de flor. Y pensó que lo mejor para los dos era acabar poco antes de empezar.



Y si aún te queda algún suspiro para mí, deja que este segundo sea eterno para los dos.

I'll come back for you.

Cada vez que mis ojos se llenan de tristeza, y mi cuerpo a mi alma abandona, el poderoso resurgir de tus palabras me envenena de nuevo, un nuevo mañana.

Y me inundan de ilusión amores infinitos e infinitas rebeldías, de estar unidos por el amor y separados por la distancia.

[...]

No debí seguir mis pasos, pero así lo hice. No debí seguir la razón, y la seguí. Y soñé que el color de sus ojos eran miel y, a ratos, bellos prados dónde me perdí una vez. Prados que recorrí pa' nada encontrar.. El prado donde me senté y vi las nubes pasar y las gotas caer y no mojar mi piel.

Hoy ya no espero al destino, es algo que aprendí: a retorcer cada segundo de camino.

[...]


Amar es tener tantas vidas a la vez. Tantos ojos, tantas manos, tantas voces...Pero todo lo que nace y crece ahí, no puede salir.