Y esa noche que, por curiosidad, quisiste probar que se sentía teniendo corazón.
Parece ser que no había cosa que le satisfaciera más que hundir los corazones de los demás. Y si no había tregua, se casaba cada noche con los dos o tres que le dijeran que ella era la más, más bella. Su cuerpo vendía por las palabras vacías de cualquiera, a sabiendas de ser mentira, así era ella, así… era ella. Un buen día dio principio al fin, extasiada bajo una extraña incauta sensatez, la noche que, por curiosidad, quiso probar que se sentía teniendo corazón.
Hoy en la amarga soledad de mis sueños de oleos pintorescos y borrosos que me dañan con facilidad, me subleva la ventisca del mañana, la marea de la madrugada, el canto del cisne que me embriaga, las noches como las de hoy que juego a ser la nada.
Nada más que escarcha en los sueños.
Hoy jugará a ser princesa la meretriz que vende a puñaladas fríos besos con carmín. Dejara su cuerpo y alma colgando del ropero deseando ser amada, aunque sólo sea un momento.