La amé. Juro que la amé como nadie la ha amado aún, aunque ella no lo sepa. Removería mar y tierra para vetar los sueños prohibidos que aún tengo, de ella. Y si este corazón, no fuese puro corazón, pasaría de viernes a sábado con cualquiera que me sedara, con falsos cariños y esperanzas, este dolor que me queda.
Quise aprender a pasar las noches sin ella, tras mil noches de espera, y el desosiego se me llevó por las veredas de esta guerra vestida de flor. Y pensó que lo mejor para los dos era acabar poco antes de empezar.
Y si aún te queda algún suspiro para mí, deja que este segundo sea eterno para los dos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario